Montag, 30. Juni 2008

La Ciudad Colonial y sus antiguas plazas en República Dominicana


Existen en nuestra Ciudad Colonial diversas plazas; algunas de menores dimensiones, inmensas otras, cuyo origen es reciente y que, sin embargo, adornan, sirven de recreación y forman parte integral del tejido urbano de la localidad cinco veces centenaria.


Todas estas plazas contribuyen al solaz y esparcimiento de los vecinos y de los visitantes, sobre todo en horas vespertinas.


La pequeña plaza del Padre Francisco Xavier Billini, localizada frente a la Casa de Tostado, ostenta en su medio una estatua del sacerdote que tanto contribuyó al bienestar de los habitantes de la ciudad. Esta recoleta placita nos recuerda muchas de las de la vieja Europa. Sus árboles engalanan con su verdor esta vieja esquina de la ciudad, a la vez que sirve de agradable espacio de entrada a las casas que lo rodean.


El actual parque Duarte se encuentra rodeado de casas de habitación, teniendo a un costado la antigua iglesia de los Dominicos. Además de servir como pulmón y desahogo para los vecinos, es escenario de numerosas reuniones y festividades organizadas por la juventud que acostumbra reunirse allí en horas de la noche.


Frente al palacio de las Casas Reales se encuentra la plaza del Reloj de Sol. Es un lugar idóneo para reunirse al atardecer a recibir la fresca brisa nocturna y observar el río que transcurre manso a sus pies. Actualmente sirve de escenario a una exhibición de esculturas en hierro.


La plaza de María de Toledo, al lado del Panteón, antigua iglesia de la Compañía de Jesús, sirve como un alto en el camino, un remanso entre la calle Arzobispo Meriño y la calle Las Damas.



La enorme extensión de la plaza España, situada frente al Alcázar de Colon, en los terrenos en donde alguna vez estuviera el muro perimetral que encerraba las dependencias de servicio y el palacio del virrey, sirve hoy en día para numerosos festivales, conciertos de música clásica y popular, exhibiciones de toda índole y variedad de ferias.


Por las noches se ve invadido por los turistas que acuden a los restaurantes que flanquean la plaza en su lado oeste y que ocupan con sus mesas gran parte de la enorme plaza. Es uno de los sitios que pudieran calificarse de exquisitamente románticos, con la vista del imponente Alcázar y las murallas de la ciudad.

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